viernes, 28 de julio de 2006

Mujeres

En la noche del miércoles me encontraba en el aeropuerto esperando a Iris. Me senté y contemplé a las mujeres. Ninguna de ellas, excepto una o dos tenían tan buen cuerpo como Iris. Había algo que no marchaba bien en mí: tenía una verdadera obsesión sexual. Me imaginaba estando en la cama con cada mujer que veía. Era una interesante manera de pasar el tiempo de espera en un aeropuerto. Mujeres: me gustaban los colores de sus ropas, su manera de andar, la crueldad de algunos rostros, de vez en cuando la belleza casi pura de una cara, total y encantadoramente femenina. Estaban por encima de nosotros, planeaban mejor y se organizaban mejor. Mientras los hombres veían el fútbol o bebían cerveza o jugaban a los bolos, ellas, las mujeres, pensaban en nosotros, concentrándose, estudiando, decidiendo, si aceptarnos, descartarnos, cambiarnos, matarnos o simplemente abandonarnos. Al final no importaba, hicieran lo que hicieran, acabábamos locos y solos.


Charles Bukowski,
Mujeres (novela), 1979.

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