martes, 1 de agosto de 2006

Conversaciones con Yoni Rei

CORTE A:
Fotografía de Yoni Rei con cara de felicidad, mientras conecta una terminal eléctrica al soquet que tiene en la cabeza, directo a sus centros de placer.

Yoni Rei tenía que ir cada semana, imaginen ustedes, a la sucursal indicada por la corporación para que le dieran una dosis de Fribidol, necesaria para poder vivir. Todos los ahora jóvenes resultado de este experimento lo tienen que hacer. ¿Por qué? Eso es fácil, los hacían adictos desde pequeños, era una forma de control. Una voz metálica y engañosamente amable, le decía: Yoni Rei, deja de jugar con la pierna mecánica de tu compañero, o deja de jalar los cables de tu hermanito, o vuelve a poner la batería de tal o cual muchacho en sus espalda, o no te vamos a dar de tus dulces. Y los dulces eran tabletas de Fribidol cubiertas de caramelo. Y Yoni Rei lloraba con los primeros síntomas de necesidad de la droga, cuando las conexiones que unían su piel y los circuitos electrónicos empezaban a doler como una continua extracción dental, cuando su boca se llenaba, lentamente, del sabor a la desesperación, del saber que tienes una comezón que no puedes rascar, de la sensación de que hay insectos que hacen sus nidos y tienen sus crías bajo tu piel, de esa hambre insaciable del alma que sufre cualquier drogadicto. Quizás por eso Yoni Rei se sacó un ojo, con sus propios dedos, cuando tenía seis años de edad. Pero no tenía que preocuparse; gracias a la ciencia moderna, gracias a la tecnología y a la buena voluntad de TELCOR, Yoni Rei recibió un ojo nuevo, un ojo metálico, un ojo impuesto en su cuerpo con tanta violencia como fue arrancado.


Pepe Rojo, Conversaciones con Yoni Rei (cuento, fragmento)
De Yonke, 1998.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola
me encanta este libro
no habria la posibilidad de ke lo subieras????
te hago propa

godofight@hotmail.com
godofighter@yahoo.com.mx
homerochalino@hotmail.com

derek dijo...

esta genial ese libro lo he leido muchas veces un gusto saber que tambien te gusto